INSPIRAR •
Qué bueno inspirar a los demás...
¡Buenos días!
¿Quieres mejorar tu entorno —familia, equipo, amigos…—? ¿Quieres inspirar a los tuyos? ¿Cómo convertirte en creador@ de un ambiente sano que empuje a los demás a dar lo mejor de si mism@s?
Mi abuela diría: “Para inspirar, respeta hija, respeta”. Respetar es mucho más que aceptar al otro. Es apreciar genuinamente el valor de los demás, lo que ya traen. No es solo ver sus limitaciones, sino descubrir la grandeza propia de cada ser humano. Es ver lo que es y lo que podría ser. Respetar es valorar, incluir, creer en el otro. Cuando uno se siente mirado con las “gafas del respeto” el cambio surge casi de manera espontánea. El proceso podría describirse en tres pequeños pasos:
- Paso 1. Acepta al otro como es. La “no necesidad” de cambio inspira a cambiar. ¡Qué maravillosa paradoja! Mi colega Regino solía afirmar: “La gente no se resiste al cambio, se resiste a que le cambien”. ¿Te pasa a ti? Cuando te tratan con respeto máximo, cuando te dan tu espacio… se crea un clima propicio para que te apetezca evolucionar.
- Paso 2. Aprecia conscientemente las cualidades positivas que los demás traen. Empodera al otro, no le hagas más débil. Esa es la mejor palanca de cambio. Míralo bajo el prisma de sus fortalezas. No es necesaria una conversación, ni que le digas nada. Tan solo enfócate en lo que el otro aporta, en su brillo. Mentalmente, sin decir nada. Sé exquisit@ en tu percepción del otro.
- Paso 3. Da ejemplo dando vida a tus propias cualidades. Estate centrado, mira con serenidad, sonríe con templanza… Embebe en tu cuerpo una atmósfera de serenidad y seguridad diferenciales. Sé espejo de aquello que quieres provocar en el otro. ¡Eso es inspirar!
Si creas esta experiencia de consideración y amor, será más fácil que el otro se abra a sí mism@, que elimine las etiquetas propias y ajenas que tiene respecto a su evolución, a sus posibilidades, a su relación contigo… Parte de tu labor para inspirar es propiciar que el otro se sienta capaz de hacer lo que es necesario, empoderarlo. No le recuerdes más su debilidad, ¡ya se la sabe! Mas al contrario, muéstrale lo poderos@ que puede llegar a ser. Sé que lo que te propongo es el comienzo de un camino. Un primer paso. ¿Te atreves a darlo?
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